jueves, 28 de julio de 2011

Educación Inclusiva.

   La inclusión es un concepto teórico de la pedagogía que hace referencia al modo en que se debe dar respuesta en la escuela a la diversidad. Es un término que surge en los años 90 y pretende sustituir al de integración, hasta ese momento el dominante en la práctica educativa. Su supuesto básico es que hay que modificar el sistema para responder a todos los alumnos, en vez de entender que son los alumnos quienes se tienen que adaptar al sistema, integrándose en él.

Ideas esenciales de la Educación Inclusiva
   La educación inclusiva se presenta como un derecho
 de todos los niños, y no sólo de aquellos calificados como con Necesidades Educativas Especiales (NEE). Pretende pensar las diferencias en términos de normalidad (lo normal es que seamos diferentes) y de equidad en el acceso a una educación de calidad para todos. La educación inclusiva no sólo respeta el derecho a ser diferente como algo legítimo, sino que valora explícitamente la existencia de esa diversidad. Se asume así que cada persona difiere de otra en una gran variedad de formas y que por eso las diferencias individuales deben ser vistas como una de las múltiples características de las personas. Por lo tanto, inclusión total significaría la apuesta por una escuela que acoge la diversidad general, sin exclusión alguna, ni por motivos relativos a la discriminación entre distintos tipos de necesidades, ni por motivos relativos a las posibilidades que ofrece la escuela. Desde esta postura, el uso de espacios y tiempos separados para cualquier alumno en determinados momentos se niega por su carácter excluyente. Los principios de la escuela inclusiva están ideológicamente vinvulados con las metas de la educación multicultural.


Implementación
   Las escuelas inclusivas suponen un modelo de escuela
 en la que los profesores, los alumnos y los padres participan y desarrollan un sentido de comunidad entre todos los participantes, tengan o no discapacidades o pertenezcan a una cultura, raza o religión diferente. Pretenden una reconstrucción funcional y organizativa de la escuela integradora: adaptar la instrucción y proporcionarles apoyo a todos los estudiantes de modo que profesores ordinarios y profesores de apoyo trabajan conjuntamente y coordinadamente dentro del contexto natural del aula ordinaria, favoreciendo el sentido de pertenencia a la comunidad y la necesidad de aceptación, sean cuales fuesen las caracaterísticas de los alumnos.
   La escuela inclusiva forma parte de un proceso de inclusión más amplio; supone la aceptación de todos los alumnos, valorando sus diferencias; exige nuevos valores
 en la escuela; implica incrementar la participación activa (social y académica) de los alumnos y disminuir los procesos de exclusión; supone crear un contexto de aprendizaje inclusivo desarrollado desde el marco de un currículo común; exige la reestructuración escolar y el abordar a esta desde una perspectiva institucional; es un proceso inacabado, no un estado.


Delimitación conceptual entre integración e inclusión
   Las principales diferencias entre integración e inclusión son las siguientes:
   - La integración se basa en la normalización de la vida de los alumnos con necesidades educativas especiales; sin embargo, la inclusión se presenta como un derecho humano, por lo que se trata de un objetivo prioritario a todos los niveles y que, además, se dirige a todos los alumnos y a todas las personas, pues la heterogeneidad es entendida como normal.
   - La integración se centra en los alumnos con necesidades educativas especiales, para los que se habilitan determinados apoyos, recursos y profesionales, mientras que la inclusión se basa en un modelo sociocomunitario en el que el centro educativo y la comunidad escolar están fuertemente implicados, conduciendo al mejoramiento de la calidad educativa en su conjunto y para todos los alumnos. Se trata de una organización en sí misma inclusiva, en la que todos sus miembros están capacitados para atender la diversidad.
   - La integración propone la adaptación curricular como medida de superación de las diferencias de los alumnos especiales; la inclusión propone un currículo común para todos en el que implícitamente vayan incorporadas esas adaptaciones. El currículo no debe entenderse como la posibilidad de que cada alumno aprenda cosas diferentes, sino más bien que las aprenda de diferente manera.
   - La integración supone, conceptualmente, la existencia de una anterior separación o segregación. Una parte de la población escolar que se encuentra fuera del sistema educacional regular se plantea que debe ser integrada a éste. En este proceso el sistema permanece más o menos intacto, mientras que quienes deben integrarse tienen la tarea de adaptarse a él. La inclusión supone un sistema único para todos, lo que implica diseñar el currículo, las metodologías empleadas, los sistemas de ensenanza, la infraestructura y las estructuras organizacionales del sistema educacional de modo tal que se adapten a la diversidad de la totalidad de la población escolar.


Desarrollo del concepto de Inclusión Educativa
   El origen de la idea de inclusión se sitúa en la Conferencia de 1990 de la UNESCO
 en Tailandia, donde se promovió la idea de una Educación para todos. A raíz de esta conferencia, en la llamada Conferencia de Salamanca en 1994, se da una adscripción a esa idea de modo casi generalizado como principio y política educativa
, proclamándose principios que han de guiar la política y práctica en la construcción de una educación para todos.

domingo, 26 de junio de 2011

Educar en la fe al joven de hoy.

     Cada vez que salgo de la facultad, al mediodía, me encuentro con grupos de chicos que salen de los colegios. Algunos van gritando, dándose empujones o solamente van conversando sobre lo que pasó en el colegio, o lo que van a hacer cuando lleguen a sus casas. Y entonces pienso: "Yo voy a tener que educar a jóvenes como estos", y me vienen un montón de dudas y preguntas, también miedos, ¿por qué no? Ahí me doy cuenta de que la adolescencia es una etapa realmente complicada; me acuerdo de las cosas que tenía en la cabeza en ese momento de mi vida, trato de ponerme en el lugar de esos chicos que vuelven a sus casas. Y también pienso en sus profesores, me imagino parado enfrente de la clase, y me viene la gran pregunta: "¿Cómo harán?, ¿cómo harán para enseñarles algo sabiendo que, por más que a veces no lo demuestren, tienen miles de cosas en la cabeza, propias de la edad y del mundo en que nos movemos?". En seguida descubro que lo que yo voy a hacer tiene un plus, entonces reformulo la pregunta: "¿cómo voy a hacer para enseñarles catequesis en esa etapa y en este contexto mundial?".
       Hoy me puse a leer la Exhortación Apostólica Postsinodal "Catechesi Tradendae", y me dí cuenta de que  mis preguntas no están tan fuera de lugar, es más, que es necesario que me las haga.
       En el documento antes mencionado se dice que es muy importante que la catequesis no deje de lado los grandes aspectos de la adolescencia, a saber: el descubrimiento de sí, las nuevas emociones como el amor y la alegría compartida, así como también los grandes interrogantes, los impulsos biológicos de la sexualidad, la búsqueda angustiosa, la desconfianza de los demás, los primeros fracasos, la toma de decisiones, la fijación de objetivos, etc. Estos temas deben ser tenidos en cuenta para la educación en la fe, para poder transmitir a los jóvenes la propia experiencia de Dios, para que el Evangelio pueda ser "presentado, entendido y aceptado como capaz de dar sentido a la vida" (CT 39), para que, a pesar del "rostro complejo" que muestra hoy la juventud, se pueda traducir con paciencia el mensaje de Jesucristo a su propio lenguaje, siempre y cuando no se lo distorsione. Además, hay que saber aprovechar la apertura y el verdadero deseo que la juventud tiene, aunque de manera confusa, de "conocer a "Jesús, llamado Cristo"" (CT 40) y también contar con la respuesta honda de los niños y los jóvenes que ya lo han acogido.
   Después de haber leído esto entiendo que no me equivoco cuando me hago esas preguntas por la calle, y que, más allá de las dificultades previas que pueda traer la enseñanza de la catequesis en jóvenes, es grande e interesante la base que se nos ofrece para trabajar e ir moldeando de a poco: cada obstáculo que se nos presenta a la hora de catequizar a jóvenes no es un impedimento, sino una razón más para hacerlo.

Gianfranco Giglio

domingo, 12 de junio de 2011

De la Provincia a la Capital.

¡Hola bloggers! Esta vez publico un testimonio de una amiga que fue conmigo al jardín y al colegio, y nos cuenta un poco cómo es esto de pasar de estar viviendo en una ciudad del interior a vivir en Capital Federal. Éste es un cambio que tienen que afrontar muchos jóvenes del país; el de dejar su familia, su casa, sus amistades, por una vida lejos de los familiares y más independiente.
Pienso que esto es algo que influye mucho en la educación y en la cosmovisión de las personas. Yo también, como Flor, vivo este cambio de vida todos los días, y me gustaría que, a través de este testimonio, otros jóvenes conozcan una realidad que posiblemente desconocen.


"Mi nombre es Florencia Ruggieri y tengo veinte años. Soy de Baradero, Provincia de Buenos Aires.
Toda mi vida estudié en un colegio privado (Instituto San José); allí hice todo el ciclo de jardin de infantes y toda primaria y secundaria. El nivel de educación siempre fue muy bueno, nunca tuve problemas y aprendí mucho en esa institución, tanto intelectualmente como en formacion cristiana.
Actualmente estoy estudiando en Buenos Aires, licenciatura en periodismo en la Universidad de Palermo. Fue un cambio verdaderamente abismal el que afronté cuando llegué a la gran ciudad; me encontraba sola y tenia que valerme por mí misma. El primer año me costó bastante, pero, gracias a Dios, ya estoy en el tercer año de mi carrrera y me adapté totalmente a la cuidad."

Florencia Ruggieri

¡Gracias, Flor, por tu testimonio!

viernes, 27 de mayo de 2011

Del colegio católico a la universidad pública laica.

Como este Blog trata sobre la educación joven, ¿qué mejor que escuchar a los jóvenes contar sus experiencias de la educación? Por eso hoy les presento el testimonio de Matías, quien nos cuenta su experiencia de la educación privada católica, el paso a una institución pública, y los pro y contras de cada una.

"Mi nombre es Matías Figueroa, tengo 22 años. Soy de San Miguel, provincia de Buenos Aires y estudio en la Universidad de Buenos Aires la carrera de Contador Público Nacional. Egresé de mis estudios secundarios en el año 2006 en la modalidad de Ciencias Sociales del colegio San Martín de las Hermanas Terciarias Franciscanas de la Caridad. Previo a mis estudios actuales estudié un año de Abogacía (también en la U.B.A).
Toda mi vida fuí a colegios privado, aunque no siempre con valores Cristianos Católicos.
Cuando pasaba a octavo grado (de aquella época) me cambiaron de colegio a éste donde egresé. Desde el principio noté el distinto nivel de exigencia y de formación que me brindaban en comparación al Instituto de donde venía. Si bien por tradición profeso la fe de los Cristianos Católicos éste cambio de colegio trajo aparejado (Gracias a Dios, y no como una simple expresión) mi conversión, mi reencuentro con Jesús y la Iglesia.
Todo el período hasta finalizar mis estudios crecí en todos los aspectos con una influencia de valores cristianos: el amor por el prójimo, el respeto, la humildad y la simpleza; todo esto acompañado de gestos muy concretos que hacían vida lo que ibamos aprendiendo.
El nivel académico de formación siempre se destacó de otras instituciones, e ingresar al colegio no era muy fácil y demandaba una gran exigencia. Cada materia tenía como prioridad educar y defender los valores de la fe y aplicarlos a la realidad en la que vivíamos. Teníamos espacio para la oración, las obras de caridad y concurríamos a Misa semanal. Quiero aclarar que no todas las personas que iban al mismo Colegio estaban de acuerdo con la modalidad, las cosas que se nos proponían y la manera en que nos formaban.
Con el correr de los años, el crecer y madurar trajo una necesidad de compromiso más profundo con mi fe, con Cristo y mis hermanos; una necesidad de querer profundizar más en mi espiritualidad, y el ambiente en el que me rodeaba (cabe aclarar que la mayor parte del día estaba en el Colegio) fué propicio para llevarlo a cabo. Obviamente no vivía en una "burbuja", sino que este espacio y este tiempo fueron como un "hogar" para preparame para lo que venía.
Mis inquietudes más frecuentes en el último año fueron "¿Cómo será ir a una facultad pública laica?, ¿Cómo podré defender mi postura en un lugar donde hay tanta gente y con tan distintos pensamientos?, ¿Cómo ser signo que hable de Dios a mis hermanos?", las cuales fueron adquiriendo su respuesta con el paso del tiempo.
El acostumbrarme a escuchar profesores y alumnos decir cosas que ofendian mis valores fué muy dificil. Escuchar hablar de la vida y la muerte, de la Iglesia y de Jesús en forma de burla o como algo sin importancia muchas veces me hirió, así como también me alegró ver tantos otros que respetaban, aceptaban y hasta compartían mi fe (explícita o implícitamente, directa o indirectamente).
Hoy en día siento la facultad como una hogar de formación, donde libremente uno puede "ser lo que es" y ser signo para los demás en las cosas simples; y muchas veces estos gestos transforman ese lugar donde sos uno más para algunos (la gran mayoría) y donde SOS concretamente para otros, un lugar totalmente distinto al del que venía, pero un lugar en fin; un lugar concreto donde poder transformar mi realidad, ser hermano con los demás y formarme profesionalmente."


Matías Figueroa
Muchas gracias, Mati, por contarnos tu experiencia!

domingo, 15 de mayo de 2011

Puente a Terabithia: "Nada más cierra los ojos, pero mantén la mente abierta."

"Bridge to Terabithia" ("Un puente hacia Terabithia") es una película de fantasía basada en el libro homónimo de Katherine Paterson, dirigida por el cineasta Gábor Csupó y estrenada en 2007. La historia describe la relación entre Jess y Leslie, dos jóvenes con una imaginación desbordante que crean el reino mágico de Terabithia.


Elegí subir esta película porque me parece que deja ver perfectamente los distintos factores que influyen en la formación de una persona: la familia, los amigos, el entorno escolar, los medios de comunicación, la vida religiosa, entre otros. 
Lo que rescato, principalmente, es que se destaca la influencia de los amigos en la manera de ver la realidad. Esta importancia se deja ver en una frase que Leslie dice a Jess: "Nada más cierra los ojos, pero mantén la mente abierta". También le dice: "Tú eres quien eres, no tus padres"; ahí se puede notar que los amigos son fundamentales en el momento de la madurez, y que son los que nos hacen descubrir nuestra auténtica forma de ser, nuestra verdadera identidad.
Por otro lado, se deja en evidencia que, muchas veces, los medios de comunicación nos van quitando la capacidad de imaginar. Leslie no tenía televisión en su casa, pero tenía algo mejor, que era su imaginación.


Además, este film me trajo muchos recuerdos de mi infancia, porque yo también tenía una amiga con quien compartíamos todo, y nos divertíamos trepando árboles e imaginándonos cosas.


Bueno, espero que la aprovechen como yo!


[Fíjense que está subida en partes. Cuando se termine la primera, van a ver que aparecen más videos: busquen el que dice "Bridge to Terabithia parte 2 subtitulada". Si se les complica mucho díganme y subiré las otras partes.]





domingo, 10 de abril de 2011

Biografía de estudiante.

Mi experiencia como educando comenzó hace unos 17 años, cuando yo tenía tres. La verdad es que al principio no fue nada lindo. El jardín era algo totalmente nuevo para mí, implicaba un cambio enorme: nuevos lugares, nuevos tiempos, nuevas personas, nuevas relaciones y, por sobre todo, nuevos desprendimientos. Pasé de estar todo el día en casa con mi familia a tratar con gente desconocida, en un lugar que no se parecía a mi casa.
La sala de tres fue lo peor. Cada día era como una especie de película de acción, en la que yo tenía que escapar de la salita sin que nadie se dé cuenta; un mínimo error, y ya estaba adentro otra vez, armando rompecabezas o jugando en el banco de carpintero, ese que una vez tuvieron que poner en la puerta para que no me escape (cómo odié a ese que me buchoneó cuando estaba a un paso de salir).
Ya en sala de cuatro había dejado atrás las películas de acción; y, además, había encontrado quienes me reemplacen en el papel de fugitivo. Cómo lloraban esos chicos: eran los nuevos.
A partir de ese año empecé a disfrutar del jardín, hasta fines de la sala de cinco, cuando nos explicaron cómo era la primaria. No me olvido más cuando nos dijeron que en las aulas del colegio no había baños, como en las de jardín: ¡¿cómo íbamos a hacer?!
Los primeros años de colegio fueron raros, porque había que adaptarse otra vez a los cambios: Lugares nuevos, tiempos nuevos, personas nuevas. Lo bueno fue que, al ser el mismo establecimiento, mis compañeros seguían siendo los mismos, a excepción de algunos que se sumaron ese año.
Y así fueron pasando los años, hasta que llegó el primer día del turno mañana. Otra vez a adaptarnos a los nuevo: pasamos de ser los más grandes del turno tarde a ser los más chicos de la mañana (los de tercero polimodal se veían taaaaaaaan grandes); había que levantarse bien temprano para estar en el colegio a las ocho (o a las siete) y, encima, prestar atención a los profesores. Séptimo, octavo y noveno se pasaron rápido y, otra vez, a adaptarse.
Primero polimodal fue difícil, porque empezábamos a tener a LOS profesores y LAS materias, pero, más que nada era el miedo al cambio. Lo peor eran los exámenes integradores a fin de año, totalmente odiables, porque podías perder la materia gracias a un examen, como si no importara lo que habías hecho durante el año.
En primero me llevé mi primer materia (y, gracias a Dios, la última): inglés a diciembre, todo porque la profesora no me ubicaba. Lo positivo fue que me sirvió para tener una idea de lo que era "llevarse una", pero me había quitado la ilusión de llegar al último día invicto.
Segundo fue el año más complicado. La profesora de química nos daba con todo, sin piedad. Lo bueno era que, para esa altura, los exámenes integradores ya no afectaban a todos los trimestres, sino que eran una prueba más del tercero (un alivio).
Y tercero polimodal fue lo más fácil: ¡no hacíamos nada!, excepto por las clases de María del Carmen (alias "La Chancha"), esa sí que nos hacía estudiar. Además, teníamos el viaje y la fiesta de egresados, así que ya no nos importaba nada. En ese año nos dimos cuenta de que los que veíamos en tercero polimodal cuando íbamos a séptimo no eran tan grandes como nos parecía, y que eramos bastante chicos como para elegir un camino a seguir de ahí en adelante.


Lo que menos me gustó de mi experiencia como parte del sistema educativo fue que todos los años se cambiaba algo, entonces vivíamos como "cobayos" del sistema (uno se recibía con el sistema polimodal mientras volvían a cambiarlo porque no servía), o por lo menos yo me sentía así.
Lo bueno que me dejó, además de los amigos y las experiencias, fueron los valores que me transmitieron a través de la educación católica (todavía me acuerdo cuando, en sala de cuatro, aprendí lo que era ser sincero) y también el saber qué tipo de educador quiero ser y cuál no, qué cosas nos interesa aprender a los jóvenes de hoy y a través de qué medios.


                                                                                                   Gianfranco Giglio